El Camino al Corazón nos enseña a vivir en simultáneo
Jesús trajo el cielo a la tierra instaurando el Reino de los cielos y nos invita a vivir “en la tierra como en el cielo”. El Reino de los cielos ya está acá y somos invitados a entrar en él. No tenemos que ir muy lejos porque ya está en nosotros. Entonces, cielo y tierra, espacio y tiempo, se unen y experimentamos el vivir el cielo en nuestra vida cotidiana.
Permanecer en Cristo todo el tiempo, nos da estabilidad y al mismo tiempo un lugar donde estar bien, un bienestar. ¿Por qué estamos bien? Porque estamos con Jesucristo. Jesucristo nos sostiene, nos mantiene, nos contiene y nos tiene en el bien. Él nos soporta y sostiene en cualquier adversidad que tengamos que atravesar.
Si nos ejercitamos en vivir así, cuando viene una tribulación, aunque nos sacuda como las aguas en una tempestad, podremos darnos cuenta de lo que nos está pasando y podremos elegir cómo atravesarla sostenidos por el bienestar que nos da el vivir confiando en Dios.
¿Puedo abrirme a esta realidad de cielo presente en las realidades cotidianas? Es una experiencia. Lo que me pasa, sigue pasando, el acontecimiento no cambia. Lo que cambia radicalmente es mi manera de mirarlo y de vivirlo. Al mismo tiempo que lo atravieso, me va transformando.
Todo puede estar. No depende de mí el que estén: de mí depende el reconocerlo y elegir cómo relacionarme. Aceptar la realidad tal como es, me hace bien y me da plenitud y bienestar que son frutos de la verdad. Una vez que acepto que esto es así, se abre la posibilidad de entrar en un proceso de que algo pueda ser diferente, por lo pronto, mi actitud.
¡Todo puede estar! Esta afirmación podemos pronunciarla desde lo más hondo de nuestro corazón gracias a esta conformidad arraigada en la fe que nos abre a lo simultáneo; y además podemos agregar: ¡Está bien así!
Porque por la fe, arraigada en la esperanza, sabemos que Dios transforma todo para nuestro bien. Vivir así la vida nos da una plenitud nunca experimentada. Es la experiencia de vivir el cielo en la tierra, en la tierra como en el cielo.